Son conocidos en Sudamérica desde el comienzo de la vitivinicultura, con gran diversidad de formas y tipos. Su reproducción se realizó a través de las semillas, adquiriendo carácteres propios sin relación con varietales europeos.
Éstos son cepajes vigorosos, de producción abundante y son destinados normalmente para vinos de calidad inferior, mosto concentrado o consumo en fresco.
Cepaje vigoroso de gran producción, es rústico y resistente a la salinidad, en cambio es sensible a la peronóspora1 y rotura de granos. Éste es usado como pie para ser injertado, por las características antes mencionadas, como suele ocurrir por ejemplo en San Juan, para injertar el Moscatel de Alejandría o alguna otra variedad.
Usadas para vinos de poca calidad, especialmente para cortes. Estas cepas están difundidas en todo Cuyo. Sus racimos son ramosos y grandes, sus bayas más oscuras y más pequeñas que las de la Cereza.
Es un celaje vigoroso y productivo, existiendo varios clones; algunos marcadamente defectuosos por su alta tendencia al “corrimiento” derivado de la naturaleza de su biología floral. Además es rústico, de buena producción y bastante resistente a las enfermedades. Se estima que su preferencia se debe a su aroma característico y, consecuentemente, a la tendencia del consumo de vinos con sabor y aroma a Moscatel en las plazas más importantes del país.